SE CANSÓ DE AMAR, FRÍOS MUROS





Aquella noche, la mar se alejó hacia el infinito, no dormía,
insomne mecía, suavemente sus mareas,
como niñas perdidas…
Sus olas cantaban, canciones sacras, que nadie oía,
se estrellaban contra las duras rocas, de la dorada orilla.


Se alejó de todos, quería morir donde nadie la viera,
como muere el sol, cada tarde, sin su luna nueva,
donde nadie pudiera ver, la tristeza de sus ojos.
No quiso doblegar sus rodillas, sobre su dolida arena,
no quiso mancillar, el impoluto color de sus riberas.


Sola emprendió su viaje, sobre la nada,
al foso de una noche cualquiera,
sin un pensamiento feliz, que la sostuviera,
sin luna, sin estrellas, sin nadie que la acompañara.
Se vistió de olvido, al cobijo de sus olas
y se marchó al filo del abismo, donde no se escucha nada,
ni aun; el llanto sonoro de sus olas.


Cantaba canciones tristes, en un lenguaje de antaño.
Llorosa corría, hacia lo más profundo de lo oscuro,
a la sombra del cruel desengaño.
¡ Quería morir lejos, sola! llorar con sus cayos…


Pero su llanto atravesó, el frío nevado de los cielos,
hasta alcanzar, el nácar níveo del crepúsculo,
la serenidad de los alisios y los soles caídos.
Y la pureza, de un invierno tardío.


Descendió, hasta las entrañas de la tierra, en un breve suspiro…
Lloró todas sus tristezas, hasta quedar, de ellas vacía.
Se cansó de abrazar, los fríos muros de silencio cosidos,
de amar sin tener sentido, de querer sin ser querida…


De amar, donde el amor, es un sueño dormido
en los brazos suaves de Morfeo.
De caminar ciega, sorda y muda
por los oscuros laberintos,
de un averno torcido, con el fuego, siempre prendido
y por los senderos inhóspitos de oleajes bravíos,
de interminables derrotas, sin un puerto seguro.


Mas, allá, en lo más profundo de lo oscuro,
donde termina todo ¡ soñó de nuevo!
alejada de todo, con el canto libre de los pájaros…
¡Con el tierno arcoiris de nuevo!
y devolvió nuevamente, su mirada, al azul… del cielo.


© Hergue A.

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