VESTIDO DE LUCES





Aquella noche oscura sin nada que lo alumbrará, 
salió el torero a la plaza, entre alegría y fanfarria. 
El cielo vestia de negro como una maldición gitana.
Él perseguía un sueño que pocos en la vida alcanzan. 


Iba vestido de luces con su cinturón de plata, 
de oro y azul corinto era el traje que lucía.
El diestro resplandecía erguido como una estatua,
orgulloso, con su capota escarlata,
sin saber que aquella noche 
le rondaba la calaca, 
quería beber su sangre, llevárselo en sus ancas 
y cuando el toro salió con su inocencia rota,
salió agitando la arena, bufanda con fuerza sacra 
y el polvo entre sus cuatro patas, 
con sus pitones en alto, atento miró la plaza.
Morir o matar, era su única esperanza.


Salió dispuesto a todo, después de tanto maltrato,
todos aplaudían el acto, sin importar quién muriera, 
sólo eran hombre y bestia 
en una pelea férrea. 
Ambos se jugaban la vida en la maldita corrida.
Una vez más medían sus fuerzas, 
sin importar quién venciera, todos aplaudían,
sin importar… cuán bestia fuera.


Ya había matado a muchos, ganado muchas partidas, 
había cortado demasiadas orejas.
y humillado a tantos, ante el público que le seguía,
que uno más, no haría la diferencia;
pero esta vez, la suerte le dió espalda, 
lo dejo a merced de la cornada
cuando poco le faltaba, para volver con su amada
y lo perdió todo, todo una amarga…


© Hergue A.
18 nov. 2020


Nota.
Calaca: nombre coloquial que recibe la muerte en México. 
Imagen de: ilustraciones clipa...
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