Días fríos y gélidos

Días, más que fríos, gélidos
como los que ahora llegaron,
fueron los que también aparecieron
cuando nuestros corazones acabaron congelados.

Se enfriaron de pronto nuestros sentimientos
hasta el punto de que nuestros besos,
ni aun a la luz de nuevos halagos,
lograrían calentar aquel cúmulo de desencantos.

Era tal el hielo en ellos acumulado,
fruto de tantos y tantos desencuentros
que, ni el calor de nuevos abrazos,
lograría abrir brecha en tanto hielo sedimentado.

Hasta que una prometedora mañana,
apuntando ya a la primavera,
con el sol brillando sobre la pradera,
sus cálidos rayos repararon tamaña fractura.

Dejándolo todo ensamblado y bien pulido,
para que los nuevos vendavales,
cuando lleguen hasta sus arrecifes,
no les arrastren su amor radiante y bien bruñido.

© J. Javier Terán.